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Maratón de Madrid 2017

  • maitehuecas
  • 27 abr 2017
  • 3 Min. de lectura

Muchos nervios, es inevitable, por mucho que te digan, los tienes. No me he curado, al contrario, estoy peor, tengo fiebre y mañana tengo la cita. Voy a ir, son cuatro meses de trabajo, con toda la ilusión puesta en un día, no quiero perder la ocasión.

Mis pensamientos de ayer, muestran mis grandes dudas sobre mi estado de salud, pero me decidí.

Es el día de la carrera, he desayunado, me encuentro feliz, alegre, decidida a disfrutar. Muchos amigos me esperan a lo largo del recorrido y al final estará mi hija Verónica para correr conmigo los últimos metros.

Jaime me ha dejado en la salida, se ha quedado con mi ropa, me mira con algo de emoción. Estoy rodeada de chicos, somos todavía pocas las mujeres que nos atrevemos con estas distancias. En un futuro muy próximo, serán muchas más.

Cruzando la Puerta del Sol

Pasan los kilómetros, me encuentro con mi hija Elena y con Jaime, me emociono. Tengo ganas de abrazarles pero hay que seguir. Más allá, me encuentro con Samu y su novia, grito, tengo mucha energía, la despilfarro, no debería haber gritado. En una maratón los pequeños gestos, te pueden hacer llegar con todas las fuerzas a la meta.

Continúo, me avituallo bien, bebo agua, casi toda la botella, el vasito de bebida isotóniica y el plátano, cuando lo hay. En el comienzo de la calle Ferraz aprovecho a entrar en los servicios, he cogido agua, bebida isotónica y plátano, lo que me ha hecho bajar el ritmo. Enseguida lo recupero, sé que en el número 100 de la calle me espera mi sobrina Inés, ya la veo. Como voy rápido, la pierdo enseguida, comienza una bajada, están fuertes mis piernas, porque bajo muy bien. Alargo la zancada y me dejo caer.

Estoy feliz

Entramos en la Casa de Campo, empiezo a notar cansancio. Comienzo a toser, me duele la garganta y la tripa. No importa, me esperan, hay que luchar.

Cuando salimos de la Casa de Campo está la cuesta del Paseo de Extremadura que nos ayuda a coger aire.

Falta poco para encontrarme con mi amiga Yolanda, mi primera compañera de las carreras de 10 kilómetros. Ella fue la que me animó, por eso sé que está emocionada, igual que yo para acompañarme en un pequeño tramo. Antes me encuentra Carlos, compañero del grupo de Runners Madrid Río. No puedo describir con palabras, no quedan adjetivos para contar lo maravilloso que es Carlos, toda la energía, que tenía la dedicó con todo su empeño para que siguiera adelante, no sé si no hubiera estado, posiblemente no hubiera terminado.

Encontramos a Yolanda, voy escoltada por los dos, que no paran de animarme. Llegamos a la puerta de casa, ahí se turnan. Me despido de Yolanda y se une Marga, otra compañera del grupo de Runners Madrid Río. Si he dicho que Carlos es la fuerza, Marga es la ternura. Ellos me llevarán hasta el final, no puedo contener las lagrimas, les debo mucho, les debo haber llegado, les debe haberlo conseguido.

En Embajadores sé que estoy muy mal, estoy muy mareada, desde el interior veo la señal roja que está encendida. Me queda una pequeña reserva, tengo que llegar, me digo, tengo que llegar, me cuesta enfocar, por eso me concentro, me repito, tengo que llegar.

Es un poco dramático, sé que están algunas amigas y conocidas, las he oido, he sido incapaz de sonreír, no me quedan fuerzas, repito, tengo que llegar.

En Atocha me agobia la gente, hay demasiada, pienso que me están quitando el aire. Carlos me anima, me dice que voy muy bien, que ya no quedan cuestas, le daría un abrazo, es mi ángel. A mi derecha está Marga, es mi otro Ángel, me da mucha tranquilidad, es como si con ellos no me fuera a pasar nada malo. Ellos me van a llevar hasta la calle Goya, ahí me espera mi hija Verónica, me digo que si la veo tendré fuerzas para alcanzar la meta.

Ya giramos en la plaza de Colón, enfilamos la calle Goya, no sabría decir si está en cuesta o es llana, ya no distingo nada. No la encuentro, por qué, no me ha esperado. Soy como una niña pequeña, estoy perdida si no la veo. Respiro la he visto, estaba un poco más arriba, vuelvo a sentirme feliz, muy feliz, está a mi lado y me llevará a la meta.

Ya llego, ya puedo cerrar los ojos, quiero dormir, me cuesta respirar, ya puedo dormir.

Legada agónica

Gracias a todos los que me habéis apoyado, os quiero.

 
 
 

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Luis Armas -
Emprendedor, Autor y Conferencista

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