Errores de mis dos maratones
- maitehuecas
- 4 mar 2018
- 2 Min. de lectura

En enero de 2016 comencé la preparación de mi primera maratón. La de Madrid, la de mi ciudad. No sabía donde me metía, sí lo hubiera sabido...No lo sé, los retos, los sueños son pura emoción, sin esa ilusión no hubiera podido aguantar la dureza de los entrenamientos y la presión que me imponía.
Un año antes, mi segunda media maratón en un mes, en Madrid, aplaudía en el kilómetro 14 a los que continuaban para hacer la maratón, los 42 km y 197 metros. Ibamos Javier, nuestro entrenador, Gema y yo, estábamos disfrutando tanto en la carrera que dijimos: el próximo año hacemos la maratón de Madrid. Así fue: Gema, Bea y yo corrimos juntas. Javier se unió a nosotras en el kilómetro 35, fue clave para lanzarnos a la meta.
Un grito de incredulidad por llegar a la meta y una alegría inmensa, no puedo explicar esas lágrimas de emoción, si eran porque estaba al borde del agotamiento o porque lo había conseguido. Lo que si es cierto, que cuando iba sola en mis sesiones de larga distancia, lo único que permitía imaginar era que cruzaba la meta gritando como me veis en la foto, nunca pensaba que abandonaba sin terminar, nunca.

En 2017, me embarqué en la segunda maratón, en Madrid, cómo no. Dicen que no eres maratoniana si no haces más de una maratón. Además el reto era hacer tres, la tercera en 2018, en Nueva York.
Ya tenía experiencia, sabía a lo que me enfrentaba, por eso tenía más mérito prepararla. Por eso la presión era más fuerte, el estrés estaba ahí. Me olvidé de trabajarlo, de tomarme las pruebas con calma. Físicamente estaba mejor, los entrenamientos y las competiciones que hice antes de la prueba reina, me confirmaban mi buen estado de forma física. No contaba con la ansiedad que iba en aumento, que me bajó las defensas y, por eso, la semana antes, apareció una infección de garganta y fiebre. Fue una auténtica pesadilla, no quería reconocer que estaba enferma, mi debate era ser consecuente y no correr si seguía enferma o simplemente esperar a aquel domingo. Llegó me tomé un parapetamos, que no se debe hacer, porque según mi médica de familia, aumenta la tensión ¡Una barbaridad! Para una media maratón no hay problema, una maratón es una prueba que hay que tomársela muy en serio.
El error principal es la presión y el estrés que supuso preparar estas pruebas, que las hubiera acometido mucho mejor, si me hubiera preparado mentalmente con frases como "si no alcanzo la meta no pasa nada, la vida sigue y nadie me va a infravalorar "
Importante, en una prueba de tanta dureza, la mente puede ser tu aliada o tu enemiga.
Espero que en la preparación de la tercera no me estrese tanto y cuide mi cabeza tanto como mis piernas.
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